Estamos dentro de una potente ola de calor, pero esto no es nuevo para nosotros: el verano de los últimos años se caracteriza por estos fenómenos meteorológicos. Y nuestras ciudades, llenas de superficies de ladrillos, cristales y cemento, se convierten en verdaderos hornos. 

El sol influye poderosamente en la vida y las costumbres

En el sur de España, este fenómeno conocido desde hace mucho tiempo, ha reformulado totalmente la vida de las personas, ya que todo se acomoda en función de las horas de sol. ¿Quién no ha estado en Córdoba y Sevilla durante el  verano y se ha fijado que a ciertas horas solo hay turistas por las calles? Luego, una vez pasadas las horas más críticas, a partir de las siete de la tarde, se retoma la vida, se empiezan a abrir toldos y persianas, se buscan las corrientes de aire, se mojan los patios, se refrescan los empedrados y pavimentos, y a la vez, se riegan las plantas para recuperarlas del calor.

Y algunas de esas costumbres se importan sin obedecer a una razón real…

En latitudes más al norte se ha importado esta costumbre y muchos de nosotros tenemos la idea de que el mejor momento para regar la plantas es por la tarde noche. ¡Sin más antídoto, avisamos que es un gran error! A partir de la puesta del sol, las plantas dejan de trabajar, de evaporar agua y de subir savia bruta y sales minerales desde sus raíces. El agua regada al anochecer quedará por tanto en el terreno. Refrescará el suelo y fomentará el crecimiento de patógenos y plagas que necesitan de temperaturas cálidas y de humedad. Podemos refrescar los pavimentos y los empedrados, pero hay que regar las plantas de nuestros jardines solamente por las mañanas. Aprovecharemos mejor el agua y no habrá tantas enfermedades.

Las distintas civilizaciones nos han enseñado que el buen uso del agua es fundamental. Vamos a hacer un recorrido por la historia:

Egipto: el desbordamiento predecible del Nilo augura el nuevo año agrícola

Los agricultores de Egipto adoraban a Hapy, padre de los dioses y del río Nilo. Sabían que sus crecidas, fruto de las lluvias en su cabecera unas semanas antes, transportaba limos y arcillas que enriquecían la tierra que inundaban. Tenían sus sacerdotes adivinos para saber si sería un buen año o no. Se construían figuras con la tierra impregnada de los limos y se colocaban semillas de cereales. Si el sustrato era rico, las semillas germinaban, si era pobre, tardaban en aparecer y eso auguraba un mal año.

Mesopotamia: cómo lograr superar a las fuerzas del Diluvio Universal

En Mesopotamia, tierra donde situamos ciudades como Babilonia, Lagash o Ur, el agua no era tan predecible y las inundaciones del Éufrates y el Tigris eren menos controlables. Aquí se buscaba seguridad y control respecto de las fuerzas de la naturaleza. Hasta nosotros ha llegado el relato mesopotámico de un gran diluvio que lo inundó todo, con curiosas coincidencias del recogido en la Biblia. Sabían canalizar el agua en tuberías de plomo, cerámica y betún. Grandes norias subían el agua a más altura, sistema que los árabes copiarán en España siglos más tarde.

El legado de Grecia y Roma: control, conducción y aprovechamiento del agua

Griegos y romanos trabajaron el agua, los primeros inventaron un ingenio que podía considerarse una de las primeras bombas de la historia, el tornillo de Arquímedes, que se utilizó como base del famoso artificio de Juanelo en el Toledo del siglo XVI para subir más de 100 metros el agua desde el río Tajo.

Hispania en el 711 al llegar los árabes tenía una población de base hispanorromana que sabía valorar el agua y la utilizaba con una mentalidad práctica. Los tejados de sus viviendas conducían el agua a un pequeño estanque situado en un patio central desde el que se regaba, a través de canales, el jardín existente en este espacio. Las fuentes de las calles funcionaban por gravedad, al igual que los grandes acueductos que dotaban de agua ciudades como Almuñécar, Tarragona o Segovia.

Árabes: el efectismo, la sofisticación y el genio hidráulico alaban a un bien escaso

Los árabes en sus jardines aportaron con el agua un valor lúdico y sensual. El sentido del tacto, del oído, de la vista y del gusto se trabajan a través de su presencia en fuentes de murmullos tranquilos, canales de refresco o en estanques de luz donde el agua se contiene en láminas que reflejan el cielo y los palacios como flotando en él.

Al-Jazari fue un ingeniero e inventor islámico, considerado como el primero en construir con éxito un sistema de abastecimiento de agua impulsado por engranajes y la energía hidráulica para las mezquitas y hospitales de Diyarbakir, a orillas del Tigris, a principios del siglo XIII. En Europa, los molinos de viento, inventados en el siglo XI, seguían siendo los protagonistas en el uso de la energía eólica también para sacar agua de pozos y de ríos.

En aquella época, los jardines de la cristiandad de castillos, ciudades y monasterios nunca fueron tan sofisticados como sus coetáneos musulmanes. Son míticas las construcciones hidráulicas de Medina Azahara y las fuentes y estanques de la Alhambra.

El Renacimiento: el agua se transforma en música

Con la llegada del renacimiento se recuperan conocimientos hidráulicos y esta ciencia se convierte en una disciplina de artistas y sabios. Las repúblicas de Venecia, Pisa, Florencia y los Estados Pontificios compiten en tener los jardines más suntuosos y admirables en construcciones relacionadas con el agua. Son famosas la Fuente dell’Ovato y la fuente del órgano de la Villa d’Este, situada a 21 km de Roma, donde el agua se convierte en música a través de tubos y salidas de aire por las que circula.

Siglos XVII y XVIII: el agua es conceptual, para la magnificencia o para el paisajismo

El jardín francés lo quiere dominar todo y cuanta más agua salga de sus fuentes y a más altura llegue, mejor. Luís XIV, el Rey Sol, convenía con su gran jardinero Le Nôtre en que las fuentes debían de ser de boca plena. El Gran Canal de Versalles tiene 24 hectáreas de superficie y en él podía navegar una flota de barcos para la diversión del monarca. Le Nôtre, especialista en hidráulica, lo había construido como parte de un circuito cerrado para conservar el agua y abastecer las fuentes del jardín en un terreno en el que este elemento era escaso y difícil de obtener. Los ingleses trabajarán el agua en sus jardines paisajísticos como un elemento natural, libre, centro de toda la escena recreada, buscando las imágenes idealizadas de los cuadros que pintores y artistas habían recogido en sus obras de arte. El agua, para ellos, es parte de una naturaleza para admirar y respetar.

Siglo XIX: agua como símbolo de la consolidación y salubridad de las grandes ciudades

A partir del siglo XIX las conducciones de agua se mejoran y los riegos se hacen muy eficientes, las fuentes pueden conseguir grandes rendimientos. Todas las ciudades comienzan a tener un tejido de grandes parques públicos con estanques y fuentes monumentales. Se relacionan parques y zonas verdes con la sanidad de sus habitantes.

Siglo XX: primero, los inventos, luego la tecnología. También en el ciclo del agua.

En 1933 un agricultor del sur de California, dedicado a los cítricos, inventará el aspersor de impacto, será Orton Englehar. Sus vecinos montaron la producción industrial de este elemento en su granero siendo el principio de una conocida marca actual: Rain Bird. Este invento mejoró enormemente la agricultura y posteriormente también la jardinería. ¡Se comenzaba a ahorrar agua de una manera muy importante!

La moderna tecnología de riego por goteo fue inventada en un país muy falto de agua, en Israel, por Simcha Blass y su hijo Yeshayahu. A partir del 1965 esta idea se fue extendiendo por todo el mundo. ¿Quién no tiene en su casa un riego por goteo?

Tras este recorrido por la historia, confirmamos que el agua es esencial, y se ha considerado así en todas las épocas. Es verdaderamente un lujo y debe tratarse como un gran bien. No podemos abusar de esta riqueza, ni podemos malgastarla. Un jardín debe velar por hacer eficiente su uso, minimizar su utilización, e incluso ayudar a su reciclado y purificación, para que el agua retorne a la naturaleza y no se pierda. Este es uno de los grandes retos para las grandes ciudades de hoy en día.

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