Hay gente que puede pensar que el otoño, en el hemisferio norte por supuesto, es un período de languidez, de ir a menos, de pérdidas, de transición y de preparación de cara al invierno. Yo no estoy de acuerdo. Si estamos atentos y observamos la naturaleza, veremos que el otoño es una estación muy rica en sorpresas y en bellos acontecimientos naturales. Vamos a descubrir algunas de sus maravillas.

El otoño es una explosión a todo color

El otoño es la época de los colores más cálidos, aquellos que nos activan o nos trasmiten energía. Parece un contrasentido, sobre todo en un momento donde las temperaturas meteorológicas van en descenso y parece que todo deba parar, pero no es así. Durante esta época los marrones, sienas, tostados, naranjas, amarillos, rojos están por doquier. También hay azules y negros, pero sobre todo los primeros, en hojas y frutos. Las plantas reciclan las reservas que tenían las hojas y, entre otros, se reabsorben los pigmentos verdes de clorofila, quedando así teñidas de marrón, de rojos y de amarillos por los carotenos y las xantofilas. Después caen al suelo y el resto de los minerales se acaban de reciclar a través de la formación de materia orgánica y del humus.

Para las plantas este es un momento para la seducción

Los frutos eliminan los taninos, hidrolizan los almidones y pectinas siendo más dulces, se producen enormes cantidades de sustancias aromáticas (alcoholes, cetonas, ésteres) y se potencian sus colores anaranjados, marrones y rojizos. Para los animales vertebrados estos colores son muy atractivos, no así para los insectos a los que atraen sobre todo los azules, rosas, amarillos y blancos.

Así pues, durante el otoño las plantas se encargan de seducirnos para poder perpetuar su especie, nos utilizan para trasladar las semillas en cientos de direcciones. Y lo hacen muy bien ya que, ¿a quién no le apetece comerse una granada en su punto, una manzana olorosa y llena de color?, ¿quién no ha visto colocar un membrillo entre la ropa de un armario?, o ¿a quién no le atrae el aroma de un plátano en su punto de madurez?…

A nuestro alrededor se produce un espectáculo único, ideal para contemplar

¡Para cualquiera que durante estos días pase por el Montseny, la Fageda d’en Jordà o se acerque hasta los paisajes del pre-Pirineo, el espectáculo es apabullante!

Os invito a pasear por los bosques de la Grevolosa, en la comarca de Osona, justo al lado de la Garrotxa. Ahora todos los acirones, negundos, arces, los falsos plátanos, hayas, acacias, plátanos, sicomoros, castaños, chopos y álamos están espectaculares.

Hay incluso algunas plantas que florecen en esta época del año. Y si no, observad los cedros del Líbano, o del Atlas y también los calocedros o cedros de incienso, porque están en plena campaña. Ahora es cuando producen polen y fecundan lo que durante dos años serán las piñas con centenares de nuevas semillas.

Los márgenes de ríos y muchos límites de huertos están llenos de tupinambos florecidos, o girasoles del Canadá como también se les conoce, regalando color con sus múltiples y sorprendentes flores amarillas. Los avellanos también florecen ahora, y si vais por la montaña, por el camino de Fontalba al santuario de Núria por citar un ejemplo, os encontrareis con infinidad de azafranes silvestres floreciendo en sus colores lilas y amarillos. Hay muchas silvestres que florecen en otoño como las becerrillas, cardos, cerrajas, cuernecillos, escabiosas, milenramas, senecios, jaramagos y hiedras, así que ahora muestran sus momentos de color. El madroño y muchos brezos también florecen ahora. Fijaos que como aquí lo que interesa es atraer a los insectos, todas ellas visten sus flores de amarillos y azules.

Yo aconsejo también disfrutar de las espigas y de las panículas de muchas plantas que florecieron durante el verano y que ahora les toca secar sus semillas. Cito aquí muchas gramíneas (Pennisetum, Festuca, Panicum, Miscanthus, Calamagrostis, Lagurus, Cyperus) y las populares hortensias en sus múltiples especies. Uno de los espectáculos que particularmente me encanta ver como habitante de zonas frías, es cuando las primeras nieves cubren los pomos secos y marrones de las hortensias. ¡Ya los cortaré más adelante!

Quizás el mejor momento del año para pasear… y encontrar

Quiero alabar las maravillas del otoño con el disfrute de la naturaleza que posibilitan estos días. El descanso y placer que nos producen los paseos por bosques, parques o por caminos rurales, ya sean de nuestro litoral o de nuestras montañas. Son días de temperaturas agradables, de luz azul, blanca y, más que nunca, de una atmósfera limpia y nítida.

Y más allá de pasear, no podemos olvidar el regalo de los frutos de muchas plantas que han propiciado costumbres culturales de las que gozamos en compañía de familiares, amigos y vecinos. Somos mayoría los que salimos a por setas, a por castañas, arándanos, avellanas, nueces, almendras, moras y madroños. Y son también infinidad las mermeladas, confituras, membrillos y licores que se preparan en esta época del año. La castaña y la calabaza son protagonistas de nuestras celebraciones y reuniones.

Nuestra última protagonista no puede ser otra, para un país mediterráneo como el nuestro, que una planta cultivada que marca nuestro paisaje desde hace generaciones y que durante el otoño es a la vez un espectáculo de color, de sabor y de cultura. Se trata de las cepas de nuestros campos de viña y de nuestras parras. Durante el mes de septiembre y de octubre se recubren de rojos y amarillos, y se vendimian sus frutos para iniciar la cosecha del año siguiente, coincidiendo la finalización de los trabajos con muchas fiestas patronales de nuestros pueblos.

Así pues, no puedo dejar de expresarlo: ¡bienvenidos a mi momento favorito del año!

Manel Vicente Espliguero
Paisajista